En el marco de la edición 2025 del FungiFest, realizada en el Parque Saval, se llevó a cabo por primera vez una serie de acciones orientadas a garantizar la participación plena de personas autistas, neurodivergentes y con otras necesidades de apoyo. Esta iniciativa fue desarrollada por la Corporación Antilén, en colaboración con el equipo organizador del festival, y forma parte del Fondo Nacional de Proyectos Inclusivos (FONAPI) del Servicio Nacional de la Discapacidad (SENADIS).
Uno de los hitos más significativos fue el taller situado de observación de hongos, actividad que permitió a personas neurodivergentes explorar el entorno natural de forma adaptada a sus estilos de aprendizaje. En esta jornada participaron 20 personas con síndrome de Down del Taller Laboral del Centro de Estimulación Temprana Inkapoyen, quienes recorrieron el parque en una ruta guiada por Diana Mena del equipo Fungifest, con el acompañamiento de los profesionales de Antilén, reconociendo especies de hongos, aprendiendo sus nombres y usos en la alimentación, la medicina y el ecosistema.
Al respecto, la Docente de taller laboral 2- A Centro de estimulación temprana Inkapoyen, Bárbara de La Barra, aseguró que “Los chicos se fueron muy contentos, llenos de preguntas y comentarios. Era un tema totalmente nuevo para ellos, no sabían que existía un lugar así tan cerca de la ciudad. Aunque al principio no mostraron tanto interés, una vez que llegaron y vieron los stands, las actividades y sobre todo el recorrido al aire libre, quedaron maravillados. Todos querían seguir aprendiendo y volver a salir. Nos sentimos muy cómodos con la guía del equipo de Antilén y de la experta que nos acompañó. Fue una experiencia clara, amable y accesible para los chicos. Agradecemos profundamente la oportunidad de haber sido parte de esta salida, que sin duda fue un tiempo bien invertido y muy significativo para todos”
Durante la jornada se implementó un Punto Informativo de Accesibilidad, que ofreció orientación personalizada, apoyos sensoriales (como canceladores de ruido, fidget toys y lentes), materiales en formatos accesibles, atención en lengua de señas e inglés, y una zona de descanso. Este espacio fue utilizado activamente tanto por niñas, niños como por personas adultas, y valorado por la comunidad participante como un recurso necesario para favorecer momentos de descanso y autorregulación en un contexto de alta concurrencia y estímulos.
Para Kissa Maraña, parte del equipo organizador de FungiFest, la implementación de medidas de accesibilidad representa una coherencia necesaria con el espíritu del evento: “Es fundamental generar actividades pensadas para personas autistas o con síndrome de Down en un festival como este, porque muchas de ellas comparten un interés profundo por los hongos. El público que convoca FungiFest es, en gran parte, neurodivergente, y también lo somos como organización. Ignorar esa realidad sería contradictorio con lo que el evento propone. Tener excursiones y espacios amigables a distintas necesidades no solo amplía la participación, sino que evita limitar el festival a un enfoque capacitista, permitiendo que cada persona pueda disfrutar desde sus propias capacidades” aseguró.
Desde Corporación Antilén, su Directora Karen Fuentes destacó que “la participación en FungiFest ha sido especialmente relevante porque nos encontramos con un equipo que valora la neurodiversidad, y que contribuye a construir una cultura que entiende los apoyos como parte natural de la participación auténtica en eventos masivos”.
Estas acciones, fueron desarrolladas el viernes 16 de mayo, marcaron la primera apertura del FungiFest a medidas concretas de accesibilidad, representando un avance importante hacia una cultura festivalera más inclusiva y respetuosa de la diversidad. Desde la organización, manifestaron el interés de mantener y ampliar estas iniciativas en próximas ediciones, con el objetivo de que estén presentes durante todo el festival, llegando a más personas y sumando nuevos espacios accesibles dentro del evento