Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl
Conferencista, escritor e investigador (PUC)
El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (o TDAH) es una condición de salud
mental que se manifiesta, principalmente, a través de problemas de atención,
concentración, impulsividad e hiperactividad. Si bien, se desconoce la causa exacta del
TDAH, lo que sí se puede señalar, es que se trata de un “trastorno del neurodesarrollo que
tiene una base biológica y genética, pero que también puede estar influenciada por
factores psicosociales y ambientales”, factores que, eventualmente, podrían aumentar el
riesgo de desarrollar el trastorno, exacerbar los síntomas, o bien, generar otras
enfermedades.
Estos factores incluyen lesiones cerebrales, el tipo de nutrición y el entorno social que
rodea a la persona. Los más afectados son la población infantil y los adolescentes, ya que
impacta directamente en su rendimiento escolar y en sus relaciones sociales.
En este sentido, el “neurodesarrollo se relaciona con el proceso de crecimiento y
maduración del sistema nervioso a lo largo de la vida”, desde la concepción hasta la
adultez, e implica el desarrollo y adquisición de habilidades motoras, cognitivas y sociales.
De ahí la importancia que tiene, el hecho que un menor sea afectado por un trastorno por
déficit de atención.
Los principales síntomas del Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad son los
siguientes:
- Falta de atención: las personas con TDAH presentan dificultad para concentrarse en
aquellas tareas y labores que deben realizar, así como también seguir instrucciones,
organizar tareas y prestar atención a los detalles. - Hiperactividad: el sujeto presenta mucha inquietud, tiene dificultad para permanecer
sentado, tiende a hablar en forma excesiva y a actuar de manera repentina y sin
reflexionar. - Impulsividad: el sujeto afectado tiende a interrumpir las conversaciones de otras
personas, a actuar sin pensar y presenta dificultades para esperar su turno en las
diversas actividades en las que participa la persona.
Ahora bien, de acuerdo con datos suministrados por el Ministerio de Salud, debemos
tener en cuenta, que la prevalencia en nuestro país del Trastorno por Déficit de Atención
(TDA) –ya sea sin o con hiperactividad (TDAH)–, estaría rondando el 10% de la población
infantil, lo que convierte a esta condición en uno de los principales motivos de consulta en
salud mental relacionado con los niños y adolescentes, y que está asociado al uso de
medicamentos como una de las fórmulas de tratamiento.
El Ministerio de Salud reconoce que los casos de Trastorno por Déficit de Atención (TDA)
cubiertos por el sistema público de salud, se han más que duplicado en los últimos años,
alcanzando una cifra superior a los 60.000 niños en tratamiento, siendo el grupo etario
más afectado, el que va entre los 10 y los 14 años, el cual, experimentó un alza
significativa.
Si bien, la prevalencia del Trastorno por Déficit de Atención es un área con muchas zonas
grises, lo que sí se sabe con certeza, es que este trastorno es diagnosticado con demasiada
frecuencia –se habla, incluso, de “un sobrediagnóstico de TDA”–, al mismo tiempo que se
receta una gran cantidad de fármacos. ¿Por qué razón es necesario destacar esta
situación? Porque según un Informe de asesoría externa con fecha de mayo de 2024
citado por la Cámara de Diputados, la prevalencia de TDAH sería del 15,5% en escolares
entre 4 y 11 años y del 4,5% en menores entre los 12 y los 18 años.
A su vez, la International Narcotic Control Board –un organismo internacional que
depende de la Organización de las Naciones Unidas– ha situado a nuestra nación entre los
10 países en el mundo, cuyos jóvenes consumen grandes cantidades de metilfenidato
–droga más conocida como Ritalin o Concerta, un psicoestimulante para el tratamiento
del TDAH–, ya que con una demanda que fluctúa entre los 500.000 y los 550.000 gramos,
el metilfenidato ha sido una de las sustancias psicotrópicas más requerida por el gobierno
en los últimos años. Asimismo, también se utilizan anfetaminas como el Adderall que
actúa incrementando la actividad de ciertos neurotransmisores en el cerebro.
Lo delicado del tema, es que –por razones que se desconocen–, las altas tasas de TDA, así
como el elevado consumo de estimulantes han sido omitidas –en su mayoría– de los
registros oficiales, al punto que el Ministerio de Salud y el Ministerio de Educación han
sido incapaces de producir datos coherentes sobre este tema tan relevante, al igual que
ha sucedido con el alza indiscriminada del SIDA en el grupo de los más jóvenes, una señal
de alerta que, una vez más, ha tenido que surgir desde el exterior del país, más que desde
nuestras propias instituciones.
Dicho de manera muy simple: hay algo que –como sociedad, gobierno y país– no estamos
haciendo bien, lo que obliga y hace necesario dar una voz de alerta.